Antonieta Treviño
Lo que aprendimos del fútbol

La vida nos da lecciones de diferentes maneras. Esta vez, nos las dio a través del futbol. El torneo más importante del planeta llegó a su fin y quiero compartir con ustedes algunas enseñanzas que pude obtener de él.
Primero lo primero: México. Nuestra querida selección hizo un buen papel en esta ocasión. Si bien se vieron superados por Suecia en la fase de grupos, eso no demerita la labor hecha en contra del campeón del mundo del 2014, Alemania. El mundo estaba impactado con el resultado del primer partido de la selección y los expertos colocaban al conjunto nacional como una de las grandes promesas del torneo. Después de derrotar a Corea, el resultado del partido contra Suecia nos mostró otra realidad. Sin embargo, algo que hay rescatar de todo esto es que la primera impresión es importantísima, pero hay que respaldarla con hechos y resultados.
Ahora hablemos de la final, porque hay algo que todos vimos y tenemos que respetar y eso es el esfuerzo del equipo nacional de Croacia. Su rival, Francia avanzó durante el torneo arrasando con todo. Dominó a cada uno de sus contrincantes y era un claro favorito para llegar a la final. En cambio, Croacia nunca estuvo en el radar, pero dio muy buenos partidos y llegó hasta donde nadie hubiera pensado que lo haría el equipo de un país con a penas poco más de 4 millones de habitantes, ¡eso es la mitad de los que tenía CDMX en 2015! La sorpresa, el caballo negro, aquel por el que nadie hubiera apostado un peso, lo logró y lo dio todo en la cancha porque jugó con pasión y con amor a su camiseta. Cuando los jugadores regresaron a su país natal, fueron recibidos como campeones. Debemos pensar en qué hicieron bien en conjunto ese equipo, sus directivos, sus entrenadores y sus jugadores para llegar hoy a donde están que no hemos hecho bien nosotros, los mexicanos. Yo tengo mi sentir pero causar polémica no es mi trabajo, sólo diré que nos hace falta dar más en la cancha: jugar con verdadero coraje y entrega.
A lo que quiero llegar con el punto anterior es que no hay que menospreciar a las personas por cómo se ven o por lo que aparentan y tengo el ejemplo perfecto para esto.
Hace unos años trabajaba en una empresa de CDMX, donde tenía una gerente un tanto renuente a aceptarme como jefe porque, en principio, ella era una experta en su materia, mientras yo obtuve una promoción gracias a mi experiencia y trayectoria previa en la organización. Ella era dura y ruda en el trabajo, durante unos meses pensé, “¿Por qué es ella la gerente? No parece una gran líder”. Pero todo cambió cuando tuvimos una junta con algunos líderes de otras áreas y ella defendía a su equipo como una fiera. Las palabras que salían de su boca me decían que ella de verdad creía en su gente y apreciaba el trabajo duro que hacían. No pude evitar acercarme a ella después de eso para agradecerle y a partir de ese momento entramos en confianza ya en el trabajo y reafirmamos nuestra amistad. Eso me demostró que es cierto lo que dicen, jamás debemos juzgar a un libro por su portada.
Bueno, ahora volvemos a la vida cotidiana. Es hora de pagar las quinielas y seguir preparándonos para Qatar en el 2022 y la Liga MX, en la que espero ahora sí mis Rayados no sean derrotados en su cancha por los Tigres porque mi hijo Emiliano no se cansa de repetir “En tu cancha y con tu gente” y eso sí que duele. De todos modos, mi pasión por el fútbol no va a terminar.
¡Hasta la próxima!