Durante este confinamiento me he remontado a mis memorias. Concluyo que mi generación ha vivido épocas complicadas y otras de gloria; devaluaciones de nuestra moneda, que una de las administraciones pasadas dijo “la defendería como un perro”. ¿El resultado? La nacionalización de la Banca, un golpe duro.
Recuerdo que era 1982. Tenía menos de un año de haberme titulado y no había trabajo; las empresas se redujeron, cero contrataciones. En aquel tiempo y aunque me escuche anticuada, los CV eran mejores entre más hojas tenían… el mío a duras penas completaba una. Anteriormente, uno iba y dejaba el CV en las empresas o llenaba una solicitud de trabajo; a veces, a pesar de tener la suerte de contar con una recomendación de amigos de mi papá o una maestra muy querida. Ella, por cierto, a lo largo de mi vida profesional ha sido una mentora (tal vez vio en mí esa vena de RH y no de comunicóloga) pues me decía “hay una vacante en tal parte”. Obviamente, si aplicaba una persona que tenía experiencia y que la habían liquidado por todo este problema de la recesión, era más factible que la eligieran antes que a mi sin experiencia. Mi padre, que era en verdad un sabio, me decía “no te preocupes, ve para adelante, ellos se lo pierden, ya verás, esto se va arreglar, y recuerda hija, el mundo es de los atrevidos, no de los miedosos”. Y mi madre que, en verdad, era formidable decía “no pierdas la fe, Dios es muy grande y ya verás que vas encontrar”. Sabía que no tenía problemas económicos ya que mi padre fue un excelente proveedor, muy trabajador, nunca nos faltó nada a mis hermanos y a una servidora.
En verdad, este confinamiento -que ya va para 10 semanas- ha sido un cambio de hábitos, maneras de trabajar, de convivencia diaria y muchos recuerdos han venido a la mente, y la verdad, ha sido para fortalecerme. Y se preguntarán ¿qué tiene que ver esto con un experto en la localización de ejecutivos?… ¡mucho!
En nuestro proceso nos identificamos con nuestros clientes; hacemos relaciones a largo plazo; vivimos los procesos con nuestros candidatos; construimos una relación estrecha para entenderlos, pero, más que nada, disfrutamos cuando concluyen y son los elegidos… ¡vivimos con pasión paso a paso y esa es la diferencia!
¡Qué razón tenía mi padre! El miedo paraliza, turba la visión, pierdes esa creatividad… el atreverte a seguir adelante.
Me pongo a pensar en todos esos jóvenes que hoy perdieron su trabajo o que no encuentran uno por las circunstancias que estamos viviendo. ¿Saben? Hay que confiar. Siempre los mexicanos hemos salido adelante.
Regreso al pasado. Finalmente, en mayo de 1982 me contrataron por primera vez. Durante la entrevista dije que sabía hacer todo… aquí entre nos, no era verdad, pero conocía mis capacidades y mis ganas de aprender. Mi papá decía “te pagan menos de lo que yo te doy al mes”. Como ya tenía empleo y a pesar de mis negociaciones con él, para que complementara mis ingresos, su respuesta era “te tienes que ajustar a lo que ganas”. Primera lección. Hoy la valoro infinitamente. Si bien no aportaba a mi casa, tampoco quitaba. Todo iba bien y yo feliz en lo que hacía: Reclutamiento, Capacitación y Eventos en la planta. Por desgracia, la situación económica del País estaba muy mal. La devaluación del peso alcanzó el 3,100% y, para colmo, en 1985, vivimos la gran sacudida con el terremoto de la CDMX. Nuestro País quedó quebrantado ¿y qué paso? Salimos adelante, con malos o buenos gobernantes, no importaba. Lo que nos distingue como mexicanos es ese amor a la Patria, a ayudarnos y salir victoriosos.
Ya transcurría 1986 y tuve la fortuna de aplicar a una vacante en la industria aseguradora. No tenía ni la más mínima idea de lo que era. Solo conocía el seguro de mi auto que, por cierto, lo usé muchas veces, sin contar las buenas regañadas que recibía. Recuerdo esa época de gloria, a pesar de que, en 1988, las elecciones presidenciales se consideraron con poca validez y legitimidad. Finalmente, en esa época, México entró en una pendiente con el Tratado de Libre Comercio. Contábamos con un presidente que nos llevaría a otra dimensión; se privatizaron paraestatales, y recuerdo miles de cosas, hasta la visita de un Papa a México, un país creyente y sumamente católico, pero donde no había relaciones Gobierno-Iglesia… pareciera que todo iba bien. Yo crecía profesionalmente. Les cuento que hasta los domingos iba a la oficina… eso reflejaba mi hambre de aprender, de crecer a toda costa y si tenía que sacrificar fines de semana, lo hacía.
En 1992 me fui a vivir a CDMX. En mi época, si una mujer quería crecer profesionalmente, era ejerciendo desde la casa matriz y así lo hice en la empresa de seguros. Comencé otra etapa maravillosa de cambios. Aprendí que vivir sola era complicado, pero sabía que todo era por mi objetivo profesional y personal y eso era lo importante. Mi papá no estuvo de acuerdo con mi decisión y menos que estuviera lejos de casa en el “Distrito Federal”, como se le conocía, había muchos riesgos, pero al final conté con su apoyo y fue valioso.
Y mientras todo iba de maravilla, se viene una complejidad económica en 1993. Le quitan ceros al peso y no era más que la antesala de la crisis de 1994, el “error de diciembre”, al alza se van las tasas de interés y ocurre una devaluación descontrolada del peso. Los expertos llegaron a decir “una de las peores crisis financieras que ha vivido México”.
Podría seguir escribiendo historias, sin ser experta en temas económicos. El punto importante es que siempre hemos salido adelante, sin miedo y de frente.
Hoy, el COVID-19 nos cambió la vida en todos los aspectos personales y profesionales. Si ya éramos “multitasking”, hoy somos todo terreno. Mientras estoy entrevistando candidatos por Zoom, tengo las labores de la casa, pero lo más valioso de este confinamiento es que hemos tenido tiempo de comer juntos mi hijo y yo (cuando solíamos hacerlo los domingos, por nuestras actividades: Él en la universidad o entrenamientos deportivos y yo en mi trabajo).
Mi aprendizaje ha motivado a que todos en la firma trabajemos a distancia; a tener juntas con mis clientes, y entrevistar candidatos vía remota (aunque ya teníamos tiempo haciéndolo de esta forma dado que, afortunadamente, contamos con una infraestructura tecnológica que nos permite seguir funcionando así cuando se requiere). Sé que uno se desespera, pero he entendido que no debemos tener miedo. Hemos pasado miles de cosas a lo largo de los años y tal vez las nuevas generaciones están viviendo una crisis diferente. Quizás vamos a aprender a retomar esas convivencias familiares como las que yo tenía en mi infancia, con una sola pantalla en la sala de TV cuando los 5 hermanos compartíamos los horarios; a turnarnos actividades de aseo en casa, así como aprender a valorar todo lo que teníamos a nuestro alrededor. Hoy más que nunca recuerdo a mi madre decir “lávate las manos”. Sé que este confinamiento y la incertidumbre nos dan mucho miedo, pero estoy segura que seremos capaces de ingeniarnos cómo salir de esta crisis porque afortunadamente actualmente contamos con más herramientas que antes, aunado a nuestras capacidades. A todos los jóvenes les digo que saldremos adelante y a los de mi generación que tendremos que cambiar un chip y volvernos más cibernéticos porque el mundo está cambiando.
A pesar de que los especialistas dicen que la economía mexicana tendrá una caída del 9% este 2020 y que tardaremos en recuperarnos 3 años para volver a estar como estábamos, estoy segura que buscaremos la manera, con ese ingenio que nos distingue a los mexicanos, de seguir caminando por más dura que sea la pendiente porque con pasión, unión y confianza, ¡lo haremos!
Recuerden #susanadistancia
¡Hasta la próxima!
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